El "continente blanco" deslumbra en los confines de la tierra. Explorar la fauna y pasar frente a icebergs, glaciares y fiordos, en el confort de lujosos cruceros, es una experiencia tan atípica como inolvidable.
A bordo de embarcaciones que son verdaderas islas flotantes se recorren impresionantes paisajes, en viajes que pueden durar de una semana a 18 días, y que transportan al pasado, la época en que los primeros exploradores atravesaron mares y océanos rumbo a lo desconocido.
Ushuaia es la puerta de entrada a la Antártida. Desde allí, la ciudad más austral de Argentina, parten los cruceros a la Antartida que tendrán como destinos Cabo de Hornos, diferentes puntos de la Península Antártica, las Islas Malvinas o los fiordos chilenos.
Visitar la colonia de pingüinos en Port Lockroy o las termas de Deception Island, son algunas de las posibles aventuras que se experimentan en la Península Antártica.
En el Polo Sur, el número de especies animales es limitado, pero cada una está representada en abundancia, por lo que el efecto que causa al verlos es abrumador. La enorme cantidad de ballenas que habitan los océanos circundantes, los seis distintos ejemplares de focas y los doce de aves, son un paraíso tanto para los amantes de la naturaleza como para los aficionados fotógrafos
.Claro que los más admirados son los pingüinos -de Adelia y Emperador-, que viven en las banquisas y los océanos alrededor de la Antártida, y deslumbran con su andar chaplinesco.
Lejos de la calidez de los lujosos salones y dormitorios del crucero, comienza la aventura diaria de navegar con el frío que se siente de lleno en la cara, costeando los icebergs, esas enormes plataformas de hielo permanente que flotan en el mar como islas en movimiento.
Nunca el hombre se sentirá tan pequeño como cuando los bordea a bordo de grandes gomones. Y no es para menos; para darse una idea de su inmensidad, basta con saber que la plataforma de hielo más grande es Ross, que tiene el tamaño de España y Portugal juntos.
Pero en medio de estas aventuras, están los reconfortables almuerzos y cenas preparados por expertos chefs, masajes relajantes o la posibilidad de disfrutar de una baño de sauna reparador, que hacen de esta atípica forma de viajar una excelente alternativa.
Ushuaia es la puerta de entrada a la Antártida. Desde allí, la ciudad más austral de Argentina, parten los cruceros a la Antartida que tendrán como destinos Cabo de Hornos, diferentes puntos de la Península Antártica, las Islas Malvinas o los fiordos chilenos.
Visitar la colonia de pingüinos en Port Lockroy o las termas de Deception Island, son algunas de las posibles aventuras que se experimentan en la Península Antártica.
En el Polo Sur, el número de especies animales es limitado, pero cada una está representada en abundancia, por lo que el efecto que causa al verlos es abrumador. La enorme cantidad de ballenas que habitan los océanos circundantes, los seis distintos ejemplares de focas y los doce de aves, son un paraíso tanto para los amantes de la naturaleza como para los aficionados fotógrafos
.Claro que los más admirados son los pingüinos -de Adelia y Emperador-, que viven en las banquisas y los océanos alrededor de la Antártida, y deslumbran con su andar chaplinesco.
Lejos de la calidez de los lujosos salones y dormitorios del crucero, comienza la aventura diaria de navegar con el frío que se siente de lleno en la cara, costeando los icebergs, esas enormes plataformas de hielo permanente que flotan en el mar como islas en movimiento.
Nunca el hombre se sentirá tan pequeño como cuando los bordea a bordo de grandes gomones. Y no es para menos; para darse una idea de su inmensidad, basta con saber que la plataforma de hielo más grande es Ross, que tiene el tamaño de España y Portugal juntos.
Pero en medio de estas aventuras, están los reconfortables almuerzos y cenas preparados por expertos chefs, masajes relajantes o la posibilidad de disfrutar de una baño de sauna reparador, que hacen de esta atípica forma de viajar una excelente alternativa.
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